Hoy en día sentir miedo se ha vuelto más común. Hablar de sentir miedo ya no es tan vergonzoso como antes. Quizás sea porque la sociedad de ahora es mucho más peligrosa que la de antes, y la persona que no siente miedo del mundo exterior sea, quizás, porque nunca ha salido de su burbuja. Algunos tienen el privilegio de permanecer toda su vida encerrados en una cajita segura, tener todo a la mano, y pensar que la vida les viene y les va fácil. Otros, tenemos el privilegio de tarde o temprano de enfrentarnos con el mounstro que se llama: sociedad.
Desde pequeños, es más, desde que nacemos, ya sabemos lo que es sentir miedo. Lloramos ante lo nuevo, ante lo desconocido, y solo nuestra mamá es la que nos puede calmar. Es por eso que resalto ¿Quién nunca ha tenido miedo a algo? Nadie. Todos alguna vez lo hemos sentido. Y creanme, es normal. Eso sí, admiro a la gente valiente. A esas personas que enfrentan sus miedos y algunas veces, los vencen. No quiere decir que ellos nunca hayan sentido temor, pero son los únicos que se atreven a nunca sentirse intimidados ante lo desconocido.
Ahora, lo que yo me pregunto es: ¿Cuántas clases de miedos hay? Fobias a los payasos, miedo a las alturas, miedo a los insectos, a la oscuridad, a los fantasmas, a las películas de terror... y la lista es larga. El más común: miedo a lo desconocido. Que quizás sea el que más sentimos todos. Quién no ha tenido miedo al hacer algo nuevo por primera vez? Creo que casi todos. Por lo menos, yo si. Cada vez que tengo que hacer algo que nunca antes había hecho siento temor, porque nunca uno sabe qué puede pasar, cuál será la respuesta, y peor aun, no conocemos esa brecha que nos dice si todo terminará saliendo bien o mal. Pero como dice mi mamá: siempre ganas experiencia.
Hablo de miedos porque yo tengo uno, uno que sonará muy estúpido y muy inofensivo, pero que ha llegado todos estos últimos meses al borde de la locura. Nunca se lo he dicho a nadie, quizás a una que otra persona, porque verdaderamente me parecía que guardandolo lo puedo enfrentar, pero quizás escribiendolo pueda entenderlo mejor. Mi miedo es decir adiós.
Quizás sea causa de aguantarme todos los "adiós" a mi Papá cada vez que se tiene que ir del país a trabajar. Cada año se me hace más fácil despedirme de él, pero a la vez más difícil, porque al no demostrar todo lo que siento cuando se va me lo guardo, y es por eso que ahora decir adiós me es muy doloroso.
Ese adiós que le dices a toda tu familia (a mis tías y a mis primos) cuando ya se tiene que regresar a su país, ese adiós que yo tengo que decir cada vez que yo me regreso a mi país. Ese adiós que le dices a tus amigas cuando una reunión tan divertida acaba. Ese adiós que le dices a tu enamorado cuando, después de un largo beso, te dice "ya me tengo que ir a casa". Ese adiós para siempre que le tienes que decir a esa persona cuando termina una relación. Ese adiós que le tienes que decir a ese lugar lindo que visitaste, porque tus ansias de regresar a casa son nulas. Ese adiós que le dices a tu colegio, a tu promoción, a tus viejos amigos del colegio, porque ya no los volverás a ver nunca más. Ese adiós que le dices a tu mejor amiga, porque se va a otra universidad. Ese adiós que le dices a tu mamá cuando te vas de fin de semana a la playa, o ese simple adiós que le das cuando te bajas del carro para ir a clases.
Sí, todos eso y más han sido mis miedos. Cada vez que alguien con quien estaba me decía "me tengo que ir" me preguntaba ¿por qué? ¿por qué todo acaba? ¿por qué el tiempo se pasa tan rápido cuando uno pasa un lindo momento? A esto agreguenle: Odio los finales. Odio que algo tan lindo acabe. Odio regresar de un lindo viaje, odio empacar para desempacar, odio cuando una canción tan linda acaba, odio el final de las películas, odio el final de los libros que te dejan con ganas de seguir leyendo, odio cuando una serie llega a su fin... y más aun, odio cuando algo termina. Y en ese "algo" me refiero a muchas cosas.
¿por qué la cosas lindas no pueden durar para siempre? ¿por qué la felicidad perdura tan poco? ¿por qué lo momentos tienen que convertirse en recuerdo?
Me pasé exactamente 8 meses sin poder decirle adiós a una persona, a la que debí dejar al día siguiente que se despidió de mi. Y fue ahí que me di cuenta que mi miedo no es normal. Pasé 8 largos meses por tanto dolor, engaño, mentiras, juegos, y más; todo lo aguanté por el mismo hecho de no tener el valor de decirle "chau, para siempre". Tuve tanto terror de despedirme que hasta me perdí a mi misma. En los últimos meses ya no era yo misma, era la peor cara de mi, todo lo que dije que nunca sería lo fui. Simplemente, dejé de ser yo misma por aferrarme tanto a que alguien nunca se vaya de mi vida y a no tener el valor de despedirme. Porque duele decirlo, pero sí, algunas personas merecen que les digas "adiós".
Y lamento admitir que me tomo tanto tiempo dejarlo ir, cuando algunas personas no les cuesta nada despedirse. A mi me cuesta, y mucho. Me cuesta soltar a personas que fueron parte de mi vida... pero creo tampoco uno merece que alguien se quede y te maltrate tanto por dentro. Lamento admitir que me perdí a mi misma por solo una persona. Y peor aun, lamento admitir que tuve que decirle "adiós" porque ya llegué a tope. Nunca llegues al tope de tus miedos, nunca. Y nunca dejen de se burlen de ellos. Porque lo único bueno que he podido sacar de esta experiencia es que, a pesar de que mi "adiós" fue burlado y ya no significaba nada para aquella persona, ahora soy más fuerte y no dejaré nunca más que nadie me juegue con mis miedos. Porque como dice mi mamá: siempre ganas experiencia.
Ese temor que tengo todavía al despedirme de alguien nunca se irá, por lo menos hasta un largo tiempo... Pedirle a Diosito que cuide a tantas personas cuando se van nunca lo voy a dejar de hacer. Pero de algo si estoy muy segura: doy gracias a las personas que me han apoyado tanto y enseñarme a no aferrarme a alguien, a no sentir miedo de despedirme de alguien y a saber quién merece mi adiós y quién no. Doy gracias a Dios, por finalmente haberme dado las agallas, y por haberme dado una razón, de despedirme de personas que no pertenecían a mi vida y que solo fueron un capítulo más.
Finalmente esto de escribir me hizo bien, porque acabo de llegar una linda conclusión...
Nunca teman decirle adiós a alguien... Porque de algo estoy muy segura: las personas que pertenecen en tu vida, NUNCA TE VAN A DECIR ADIÓS.