lunes, enero 6

Última carta


Te escribo esto con la ilusión de que algún día, en un futuro, lo leas y me recuerdes sonriendo, como yo lo haré.

Probablemente no entiendas por qué todo se terminó. Pero espero que cuando hayas leído esto hayas entendido que era lo mejor. Por lo menos, por primera vez, siento que decidí lo mejor para mí.

Durante mucho tiempo no la estuve pasando bien, culpa mía no decírtelo para evitar presionarte más de lo que ya sentía que lo hacía. Pero ya, dejemos eso atrás. He dejado de torturarme y clavarme mil cuchillos en la cabeza, para pasar a recordar lo que tuvimos. Te voy a recordar sonriendo y si algún día nos reencontramos, te sonreiré aún más.

Nunca olvidaré la persona que fuiste conmigo, mi mejor amigo, mi cómplice, mi paño de lágrimas, mi enamorado, mi novio, mi futuro esposo (eso yo quería, pero nunca te lo dije porque te asustaba jaja). Fuiste el amor más lindo que tengo. Ese que me sacó de mis casillas, que me hizo renegar, que me hizo sacar lo malo, pero sobre todo, lo bueno de mí. Ese que me hizo sacar la fuerza que tengo y el amor propio que llevaba dentro.

Te amé. Fuiste esa clase de amor que me despeinó la vida. Fue todo tan intenso, y al final tan tranquilo. La he pasado tan bien contigo Dorgje, jugar, cantar, molestarnos, hasta renegar. Me has conocido tanto que llega un punto en el que me asusta, muchísimo.

Gracias por nuestras salidas, por las cantadas en el carro, por los abrazos, por los consuelos, por creer en mí, por defenderme, por darme mi lugar, por cuestionarme, por darme la contra. Gracias por lo bueno y lo malo. He crecido de una manera exponencial gracias a ti. Nada ni nadie podrá reemplazar el espacio que ya tienes en mi vida, ni opacará los momentos que llevo dentro en mi memoria. Nada ni nadie se comparará a lo que tú y yo tuvimos. Gracias por hacerme vivir un amor de adolescentes, tan intenso y tan puro. Gracias por hacerme entrar a tu vida. Gracias por hacerme cantar, por hacerme vivir la música, por hacerme gritar, bailar, llorar, reír. Sé que no encontraré otro como tú en el mundo. Eres irreemplazable. Eres único. Eres increíble.

Siempre me preocupé por ti, por tu felicidad, por tu tiempo, por tu estabilidad emocional. Llegó el momento de ponerme a mí primero. Me toca escribir de nuevo. Me toca priorizar qué quiero yo.  Me toca salir de mi zona de confort. Me toca buscar lo qué merezco. Me toca equivocarme. Me toca vivir. Me toca llorar sola. Me toca conocer personas. Me toca que me decepcionen. Me toca que me rompan el corazón nuevamente. Me toca pararme nuevamente. Me toca crecer. Y sé que a ti también. Sin mí. Te hará crecer muchísimo. Necesitas crecer muchísimo aún. Sin mí.

Yo también te voy a extrañar. De una manera dolorosísima. Pero con el tiempo sonreiré al pensarte, estoy segurísima. Con el tiempo podremos conversar sobre esto, más tranquilos, más maduros, sin rencor, sin resentimientos. Probablemente en la laguna, con un pucho y chela en mano, escuchando Feel, hablando de nuestros amores, desamores, triunfos y fracasos. El día que llegue a ese punto y sienta que por fin todo encajó, todo tuvo un sentido... te mostraré esto. Porque ahorita nada tiene sentido para mí. 

Esto no significa que en este momento me voy a olvidar de ti o que te dejaré de querer. Significa que vienen nuevas personas a mi vida, nuevos momentos y lugares por descubrir. Estoy segura de que algo mejor vendrá para los dos. Lo merecemos.

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