Hay dos cosas que nos intriga saber el día de la matrícula:
1) Qué tan caca feo quedará nuestro horario.
2) Quiénes serán nuestros próximos compañeros de clases.
Admítelo. Esperas a que salga la lista de correo tanto como esperaste que inauguren H&M. Y no, no te das el esfuerzo de ir a la página web de la universidad, entrar a aula virtual, poner tu código y seleccionar el salón para ver si te tocó con algún amiguito o amiguita. Tampoco te pones a buscar los códigos para ver la edad promedio del salón y sentirte joven o viejo. Mucho menos entras porque te interesa ver el correo del profesor.
He aquí la cruda verdad:
Entras para buscar al chico o chica lindo(a) del salón.
¿Quién no lo ha hecho? Niégalo, pero sabes que es verdad. Has llegado al punto de gastar tus megas en la playita para buscar con quiénes te tocaba. Los nuevos alumnos no sabrán lo que era buscar nombre por nombre en Facebook ya que, gracias a las maravillas modernas de la universidad, ahora podemos ver las caras de todos al lado de los códigos. Poner tu mejor foto de perfil en Facebook ya no sirve de nada, tu verdadera cara es la que sale en ese muro de la vergüenza esa lista de correos.
Llega el primer día de clases. Luego de conocer a tu profesor y encontrarle algún defecto físico que te distraerá durante todo el ciclo y que te imposibilitará la concentración en el curso, hay algo que te pone alerta, algo que te hace abrir los ojos de par en par y resfregarte las legañas que aún tenías pegadas en los ojos: el/la chico(a) que viste en la lista de correo. Sí, ese(a) mismo(a) que te hizo detenerte unos segundos mientras bajabas la lista y ahora te das cuenta que en persona es 10000 veces mejor.
Si estás adelante, no puedes evitar voltear una y otra vez a verlo(a). Si estás atrás, ya no sabes de qué manera toser para hacerlo(a) voltear y verlo(a) una vez más. Desde ese día tu cabeza no deja de maquinear, y no por las fórmulas del curso, por los trabajos que ya dejan el primer día, o por todas las lecturas que tienes que leer para el examen de la próxima semana. Tu cabeza no deja de imaginarse a esa persona pidiéndote los apuntes de la clase, recogiendo tu lapicero cuando se cae, pidiéndote para formar grupos, yendo a tu casa a estudiar, pidiéndote clases gratis porque no entiende, pidiéndote matrimonio e hijos, etc.
Esa noche del primer día de clases, notas que no has dejado de pensar, durante todo el día, en esa persona, cosa que te preocupa. El equipo de Inside ULima tiene el nombre perfecto para ello: SCU - Síndrome del crush universitario. Sí, todos lo hemos tenido y hemos pasado por ello. La clase puede ser la más monótona, aburrida, ordinaria, estúpida, pero tus ojos y tu mente están en una sola persona (y no, no en el profesor).
Empiezas a tomar actitudes diferentes desde ese día. Te perfumas. Te lavas los dientes y la cara. Te echas desodorante. Vas bien vestido(a). Lees con anticipación las lecturas para participar en clase y aparentar ser el(la) inteligente, quedando como el(a) reverendo chupa medias. Estudias. Y sobretodo: te cambias de sitio. Dejas tu lugar de siempre y lo cambias para sentarte al lado de esa persona. Pero no todo sale como lo habías planeado la noche anterior:
Botas tu lapicero al piso y a todos se les da por ser amable ese día menos a él/ella, el profesor no pide trabajos grupales, el perfume de la persona de al costado te da alergia y no puedes dejar de estornudar, no entiendes la clase porque tu nivel de concentración es la mínima y el profesor te bombardea de preguntas ese día, o simplemente tu crush no va a clases. Durante todo el ciclo, te imaginas acercándote a esa persona preguntándole la tarea, el día, la fecha, la hora, el clima... pero no te atreves. Solo te contentas con mirarlo(a). Hablas de esa persona con tus amigos, hasta con tus papás y todos te dicen lo mismo: acércate, hazte su amigo(a); pero no, no es así de fácil. Sin embargo, esa es la única cura para el SCU.
Si nunca te le acercas, si nunca le hablas y lo(la) conoces, vivirás con la incertidumbre del qué hubiera pasado. ¿Quién no le ha dicho a algún amigo(a) "¡¡mira, me muero por él/ella, está en mi salón!!"? ¿Quién no ha tenido un amor de cachimbos que ha durado hasta el día de tu graduación de la universidad? ¿Quién no ha vivido enamorado de la persona con la que te cruzas por los pasillos de la u? ¿Quién no ha sufrido de amor por el SCU?
Por eso, este 14 de febrero el equipo de Inside ULima, invita a la reflexión sau y alienta a todos los Ulimeños que en este 2016-1, pierdan el roche y le hablen a ese crush que tienen o tendrán el día que salga la lista de correos. Total, ¿qué es lo peor que nos puede pasar? ¿Friendzone? No importa, la incomodidad solo durará un ciclo. El otro ciclo te puedes ir de intercambio y quedarte a vivir para siempre en ese país de ilegal y conocer a alguien allá. Mentira.
No necesariamente podemos terminar ganándonos un flaco(a) conociéndolo(a), sino que podríamos ganar a un gran amigo(a). Conocer nuevas personas nos abre muchas puertas y nos regala muchas buenas y malas experiencias que nos enseñan. Así se combate el SCU. Lo peor que nos podría pasar es vivir con la incertidumbre de qué podría haber pasado si hubiéramos conocido a esa persona
Te lo escribe alguien que le habló a su crush, y que se hubiera arrepentido totalmente de no haberlo hecho... ya que no hubiera conocido a una gran persona y al amor de su vida.
¡Suerte, y feliz San Valentín!